Estar presentes: El caramelo

Estar presentes

En cuantas ocasiones nos ha pasado el abrir una bolsa de golosinas, de patatas o de pipas y acabar la bolsa entera sin apenas darnos cuenta de que hemos empezado. ¿Qué ha sucedido? Apenas nos hemos enterado de que nos las hemos comido pero ya no quedan, no hemos podido disfrutarlas, estábamos en cualquier sitio menos dónde queríamos estar.

Esto no solo nos pasa con la comida, nos sucede constantemente en actividades del día a día como mientras conducimos, vemos la tele, paseamos… estamos más en nuestra cabeza, en la preocupación, en el fantaseo o en la rumia que en lo que está sucediendo en nuestra vida. Esto muchas veces no conlleva ningún problema salvo alguna bolsa de patatas que no disfrutamos, ¿pero qué sucede cuando sí comienza a afectar a nuestra vida? Puede que comencemos más a vivir en nuestra cabeza que lo que sucede en nuestro día a día, que nos cueste mantener una conversación con otras personas porque estamos preocupados mientras nos hablan, que nos volvamos torpes porque no estamos atentos a lo que nos dicen, que no disfrutemos igual de las experiencias porque estamos rumiando durante la actividad, que no podamos concentrarnos mientras estudiamos o leemos porque estamos dándole vueltas a que no nos sale o no somos capaces…

Estar atrapados dentro de nuestra mente puede tener costes muy severos en nuestra vida, por ello es importante entrenar la capacidad de ser conscientes de cuando nos sucede esto para poder elegir si seguimos dándole vueltas en nuestra cabeza o elegimos estar presentes.

A continuación, explicamos un ejercicio para practicar con el caramelo el darnos cuenta de cuando nos vemos atrapados en nuestros pensamientos y ser capaces de volver.

Elije un sitio dónde puedas sentarte con cierta calma y con los ojos cerrados podrás comenzar a hacer el ejercicio.

Primero, sin desenvolverlo todavía, palpa y toca el caramelo un poco. Párate a notar qué sensaciones deja en tus dedos, si es duro o blanco y si puedes sentir con tus dedos cuan blando es. Igual con su textura, ¿puedes percibir su textura solo con tus dedos? Si te aparecen muchos pensamientos o ves que te atrapas en ellos, ¡perfecto! Te has dado cuenta, es el objetivo. Deja que esté el pensamiento, pero vuelve a dirigir tu atención a aquello que has elegido hacer, en este caso las sensaciones en tus dedos. ¿Y su tamaño? ¿Podías percibir su tamaño solo con tocarlo y las sensaciones que deja en tu mano? ¿Y la forma? ¿También eres capaz?

Tras esto, desenvuelve el caramelo y con los ojos cerrados acércalo a tu nariz para sentir su aroma. ¿Cómo son esas sensaciones? Date un tiempo para sentir. Igual que antes, si te atrapa alguna preocupación o le das vueltas a algo, date cuenta, deja los pensamientos contigo y vuelve al aroma que desprende el caramelo.

Ahora vamos a introducir el caramelo en nuestra boca, solo un trocito, y sin masticarlo vamos a saborearlo, vamos a moverlo con nuestra lengua y vamos a observar cada una de las sensaciones que deja en nuestra boca. ¿Es suave o áspero? ¿Son las mismas sensaciones en nuestra lengua que en nuestros dientes? ¿Noto algo en el paladar? ¿Cómo es la sensación? Me tomo mi tiempo en observar y degustar todas las sensaciones en la boca.

Tras esto finalmente lo mordemos y comenzas a notar como cambian las sensaciones, como se mueve nuestra boca y todas las variaciones que suceden, tomándonos tiempo para ello.

Finalmente, nos lo terminamos de comer y percibimos los sabores, el poso de sensaciones que ha dejado en nuestra boca.

Es posible que te hayas ido muchas veces del ejercicio, que hayan aparecido muchos pensamientos y bucles en tu cabeza, desde preocupaciones propias al pensamiento de que este ejercicio es una tontería, pero cada vez que te has dado cuenta del pensamiento y del bucle y has vuelto al ejercicio has entrenado la capacidad de ser consciente y elegir para que cada vez nos resulte más fácil en nuestro día a día.

El atrapadedos

Cómo usar el atrapadedos

1º Introduce en los extremos del atrapadedos tus dedos índices tal y cómo se indica en la foto hasta que lleguen a tocarse o hasta que los notes encorsetados. En caso de que entren y salgan con mucha facilidad puedes realizar también el ejercicio con tus dedos pulgares.

2º Una vez introducidos ambos dedos intenta sacarlos estirando, retirándolos.

3º ¿Notas cómo al estirar cada vez te sientes más atrapado? Cuanto más estás estirando para sacar los dedos más oprime la trampa, haciéndonos más difícil salir e incluso empezando a sentirnos nerviosos. ¿No nos pide hacer más fuerza? ¿Buscar una forma de sacar ya los dedos?

4º Prueba a hacer lo contrario a lo que está pidiendo tu cuerpo, al impulso o la lógica nacida del impulso. Deja de intentar sacar los dedos e introdúcelos más en la trampa, hasta que los dedos se toquen. Esto en primer lugar libera la tensión creada en la trampa, ya no estarás con tanta opresión en tus dedos, y permitirá liberar primero un dedo sujetando con la otra mano el atrapadedos para evitar que las hebras vuelvan a tensarse.

¿Cómo afecta esto a nuestra salud?

Al igual que con el atrapadedos, cuando aparece un pensamiento, una emoción o una sensación que valoramos como desagradable, perjudicial, negativa o amenazante nuestro cuerpo automáticamente nos pide escapar de ella, sacar los dedos de esa trampa.

Pero se da el mismo problema que con el ejercicio que has hecho, al intentar escapar del pensamiento este comienza a atraparnos en mayor medida, nos oprime más haciendo que cada vez estemos más nerviosos o angustiados. Comenzamos a darle cada vez más vueltas a ese pensamiento y/o emoción, a buscarle explicación, los porqués, soluciones y a que no deberíamos estar sintiendo eso y mientras le damos vueltas el pensamiento se multiplica cada vez más y la emoción se intensifica, haciéndonos cada vez estar más atrapados, haciendo que entremos en rumiar y preocuparnos mientras sin darnos cuenta vamos dejando de lado cosas importantes en nuestra vida, ya sea porque estamos demasiados atrapados en la rumia, porque estamos escapando de las emociones o porque escapar de la trampa nos ha agotado tanto que nos ha dejado sin ganas.

Con el atrapadedos el impulso de escapar ya de ya, de dejarnos llevar por el impulso lógico, solo nos atrapaba más y con nuestras emociones y pensamientos sucede lo mismo. Ser capaces de permitirnos juntar los dedos y sentir el atrapadedos, de permitirnos tener los pensamientos y sentir las emociones nos permite el momento de pausa para liberar la tensión y elegir actuar de la forma que más nos ayude, no para escapar de la trampa, si no para nuestra vida en general.

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